martes, 28 de junio de 2011

Leyendo a Iris

Coger un libro de Iris Murdoch es como reencontrarse de nuevo con viejos amigos a los que hace mucho que no ves. Los notas quizás un poco distintos pero, en el fondo, son los mismos. Ahora estoy leyendo El príncipe negro y he tenido esa impresión desde que los primeros personajes han salido en escena. 

Los temas son recurrentes, el amor, el matrimonio, la creación artística... En El príncipe negro se contraponen dos tipos de escritores, el escritor prolifico de éxito y el escritor que ha publicado sólo tres libros y desprecia a su amigo porque es prolífico. Este último es el narrador, me recuerda un poco al narrador de El mar, el mar, su voz es muy parecida, sus pensamientos también. No es un hombre agradable pero termina por hacerse simpático.

El matrimonio de Rachel y Arnold también es recurrente, y la presencia de Chris, la mujer que vuelve después de mucho tiempo, después de estar en América. Tan parecidos al trío de Una derrota bastante honrosa.

Y me pregunto hasta qué punto nos repetimos los escritores, porqué escribimos sobre determinados temas, siempre los mismos, porqué nuestros personajes responden siempre a un mismo patrón que se repite en cada libro con pocas variaciones. Es algo que se nota cuando lees mucho a un autor, ahora mismo no sabría decir ningún caso en el que eso no ocurra. No es que me parezca importante, pero sí me parece curioso.

Creo que es algo que no se puede evitar. El escritor se refleja a sí mismo en sus personajes, refleja a la gente que conoce, a la que imagina conocer; a veces usa arquetipos que se quedan en eso, otras manejan los arquetipos para humanizarlos y darles vida. Hay variaciones entre cada libro, desde luego, normalmente es algo que sólo se nota cuando has leído muchos libros del mismo autor, cuando el autor ya es como un amigo y lo ves entre las palabras, ves los pensamientos que son suyos a través de sus personajes, reconoces las ideas recurrentes, las que verdaderamente le importan, las que se esconden entre otras muchas ideas, las que quizás no se repiten y te sorprenden pero con ellas no llegas a conocerle bien.

Esta cercanía al autor puede quitarle interés al libro, porque ya sabes por dónde va a tirar, porque la sorpresa es limitada y, sin embargo, creo que El príncipe negro va a ser el libro que lea en menos tiempo este año, de tanto como me ha atrapado. Reconozco escenas, reconozco personajes, tengo cierta idea de hacia dónde puede ir la trama y eso no es importante. Lo que importa es que estoy rodeada de viejos amigos y de voces que conozco, que me están contando una historia que me interesa y que estoy dentro de ella, caminando por Londres con Bradley, prestándole dinero a Francis, volando cometas con Julian.

 Siempre me he quejado de que Iris no sabe terminar sus libros. Los corta bruscamente como si no supiera cómo acabarlos. Tiene algunos finales bueno, como en El mar, el mar, pero son los mínimos. Sin embargo es una de mis escritoras favoritas, porque aunque no cierre bien los libros, me da el camino y eso es lo importante en su obra, la forma en la que evolucionan los personajes no cómo terminan.

Sigo leyendo...


Monet - Casas del Parlamento de Londres


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